Mi vida en Xto

Oración del martes: ¿A qué se parece el Reino de Dios?

Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 30 – Martes
27 de octubre de 2019

Grano de Mostaza

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Jesús, Tú que te hiciste hombre, para enseñarnos cómo vivir plenamente como seres humanos, quiero pedirte que me bendigas con tu presencia en este momento de oración. Ayúdame a hacer silencio en mi interior para poder escucharte y dejar que tus palabras, como la levadura, transformen mi corazón y lo llenen de Ti.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Buen Jesús, sé del inmenso amor que me tienes, y sé también lo débil y pecador que soy. Cómo tantas veces me propongo cambiar, pero vuelvo a caer en las seducciones del pecado. Deseo acogerme a tu infinita misericordia, y pedirte que cures mi corazón, y que fortalecido con tu amistad pueda seguir perseverando en mi lucha por ser santo.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“¿A qué se parece el Reino de Dios? ”. Lc 13,18-21

Jesús dijo entonces: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas”. Dijo también: “¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”.

Lectura espiritual breve

Reflexiona con lo que nos dice San Juan Crisóstomo:

El Señor propone la parábola de la levadura.”Lo mismo que la levadura comunica su fuerza invisible a toda la masa, también la fuerza del Evangelio transformará el mundo entero gracias al ministerio de mis apóstoles… No me digas: “¿Qué podemos hacer, nosotros doce miserables pecadores, frente al mundo entero?” Precisamente ésta es la enorme diferencia entre causa y efecto, la victoria de un puñado de hombres frente a la multitud, que demostrará el esplendor de vuestro poder. ¿No es enterrando la levadura en la masa, ‘escondiéndola’, lo que según el Evangelio, transforma toda la masa? Así, también vosotros, apóstoles míos, mezclándoos con la masa de los pueblos, es como la penetraréis de vuestro espíritu y como triunfaréis sobre vuestros adversarios.

La levadura, desapareciendo en la masa, no pierde su fuerza; al contrario, cambia la naturaleza de toda la masa. De la misma manera, vuestra predicación cambiará a todos los pueblos. Por tanto, confiad “… Es Cristo el que da fuerza a esta levadura…” No le reprochéis, pues, el reducido número de sus discípulos: es la fuerza del mensaje lo que es grande… Basta una chispa para convertir en un incendio algunos pedazos de bosque seco, que rápidamente inflamarán a su alrededor todo el bosque verde.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Soy fermento en la masa con el testimonio de mi vida cristiana?

2. ¿Cómo vivo en mi vida el Reino de Dios? ¿Qué significa para mí esta enseñanza de Jesús?

3. ¿Qué tengo que cambiar para “dar sombra” a otros con mis buenas acciones?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús por hablarme en esta oración. Ayúdame, Señor, a no temer ante la inmensidad de la misión que pones frente a mis ojos. Yo sé que el mundo es poderoso y que anunciarte en medio de las gentes no es tarea fácil. Pero también sé que Tú eres quien va conmigo y es tu fuerza la que actúa a través de mis palabras. Gracias, Amigo Bueno, por no abandonarme en las dificultades y por ser siempre mi fuerza en el camino.  Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Termina rezándole a María:

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.