Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 03 – Jueves
27 de Enero, 2022
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Quiero comenzar, Señor, este momento de oración invocando tu presencia y pidiéndote que ilumines mi meditación. Los frutos del encuentro contigo son un don de tu amor que yo me esforzaré por atesorar y llevar a la práctica en mi vida.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Reconozco, Jesús, que soy pecador y estoy profundamente necesitado de tu perdón. Me sostiene y alienta la firme esperanza de que tu amor y tu misericordia son siempre más grandes que mi pecado. En Ti, Señor, confío.
Lectura bíblica según el Evangelio del día
“¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama?” Mc 4,21-25
Jesús les decía:
“¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!”. Y les decía:
“¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene”.
Lectura espiritual breve
Lee esta meditación del Padre Juan José Paniagua:
Cuando llegamos a nuestra casa de noche lo primero que hacemos es prender la luz. Y nadie la enciende para quedarse mirando la lámpara, como nadie prende una linterna para alumbrarse al rostro, sino que alumbramos hacia delante, iluminamos el camino, para saber por dónde caminar. Jesús es la luz. Él mismo lo ha dicho:
«Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8). Por lo tanto, nuestro encuentro con Jesús no es sólo para deleitarnos en nuestro interior, auto contemplándonos a nosotros mismos. Es para que nosotros podamos ser como esas lámparas de las que habla el Evangelio de hoy. Ser esas lámparas que brillan, que dan luz al mundo. Que no se esconden, porque saben que su luz es un tesoro y los tesoros se comparten. Recordemos que esa luz, es la luz de Jesús. No brillamos con luz propia, porque no nos anunciamos a nosotros mismos. Anunciamos a Jesús, lo que brilla es la luz de Jesucristo, esa es la luz que ilumina de verdad. No tenemos que anunciarnos a nosotros mismos, porque el que se está buscando a sí mismo termina perdiéndose, aparentando algo, distorsionando su vida para guardar una imagen. Lo atractivo no son nuestras habilidades, capacidades, simpatía personal, sino Jesucristo, a quien llevamos dentro. No tengamos miedo de testimoniarlo, de anunciarlo, de compartirlos con los demás.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate
1. ¿Dejas que Cristo te ilumine la vida?
2. ¿Lo buscas en la oración, acudes con frecuencia a los sacramentos, meditas su Palabra?
3. ¿Te preocupas de testimoniar a Jesús a los demás, con tus obras, y también con tus palabras?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Dios mío, porque con la luz de la verdad iluminas mi vida. Gracias por estar conmigo. Aunque sé que soy indigno, la consciencia de que soy portador de tu luz renueva mi ardor por llevarla a cuantos más pueda. Ayúdame a poner de mi parte de modo que mi indiferencia o mis temores no escondan el brillo de tu luz.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidamos la intercesión de María rezando esta oración:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.