Año C – Tiempo Ordinario – Semana 32 – Martes
8 de noviembre de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, gracias por tu infinito amor y por regalarme cada día nuevas oportunidades para acercarme a Ti. Te pido que me ayudes a tomar conciencia de la importancia del servicio humilde y generoso.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Perdóname Señor por mis muchos pecados. Sabes bien que soy frágil y que muchas veces torpemente busco apropiarme de los frutos que son sólo tuyos. Purifica Señor mis intenciones.
Lectura Bíblica: Lc 17,7-10
«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».
Lectura espiritual breve
Lee esta reflexión del Padre Juan José Paniagua:
Este pasaje termina diciendo: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”. Estas palabras nos recuerdan un aspecto muy importante de nuestra identidad y misión como cristianos: somos servidores, nuestra vida es para servir. Esa es nuestra misión, Dios nos ha convocado y nos ha enviado a servir al prójimo. Por eso es trágico cuando queremos vivir la vida centrados en nosotros mismos, cuando nos queremos convertir en el centro de la realidad y nos volvemos egoístas. Nuestra vida está hecha para la misión, para salir de nosotros mismos y encontrarnos con los demás.
Y estoy seguro que todos hemos experimentado la alegría que trae al corazón servir al prójimo, sobre todo cuando hemos hecho algo bueno por otra persona desinteresadamente. Vivir el servicio generoso toca fibras muy profundas de nuestro ser. Por eso, como dice el dicho: el que no vive para servir, no sirve para vivir. Porque una de las formas más concretas que hay de hacer visible el amor en esta vida, es sirviendo a los demás ¿Vives para servir a tu prójimo? ¿Sales al encuentro de los demás? ¿O muchas veces tienes una actitud cómoda, mezquina, que espera mucho de los otros, pero entrega poco a los demás?
Y cuando hayamos sido generosos, no lo olvidemos, somos simples servidores, hemos hecho lo que teníamos que hacer. No estemos buscando el reconocimiento de los demás. El Señor, que ve en lo escondido, nos sabrá recompensar.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Vivo en servicio, especialmente con las personas más cercanas a mí? ¿En mi familia, en mi trabajo, centro de estudios?
2. ¿Cómo puedo crecer en la vivencia de un servicio desinteresado, que no espere nada a cambio?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento de oración y encuentro contigo. Ayúdame Señor a no buscar el protagonismo; a aprender de Ti a ser servidor de todos, con la conciencia que hay más alegría en dar que en recibir. Que esta sea una ocasión para tomar conciencia y poner medios concretos para vivir el amor auténtico. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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