Año C – Tiempo Ordinario – Semana 11 – Martes
14 de junio de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, Tú que viniste a reconciliar a la humanidad, ayúdame a escuchar tus palabras de vida para que, acogiendo tus enseñanzas, pueda hacerlas vida en mí.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Jesús por todos mis pecados. Sé que no soy digno de tu perdón, pero también sé que tu misericordia es más grande que mis pecados. Acoge, Buen Señor, a este humilde siervo tuyo y ayúdame a no pecar más contra Ti.
Lectura Bíblica: Mt 5,43-48
Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo». Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.
Lectura espiritual breve
Lee estas breves palabras del Padre Christian Vinces:
Al final del Sermón de la Montaña el Señor Jesús nos pone el horizonte de la felicidad de todo ser humano: “Para que sean hijos de su Padre celestial”. Ser hijos del Padre es el horizonte de perfección al cual nos invita el Señor: “Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto”. La perfección a la que Jesús nos invita hoy en el Evangelio, este llamado a “ser santos, porque yo soy santo” (Lv 11,44) se realiza en una perspectiva relacional. Es decir, esta perfección no consiste en un mejoramiento de ciertas características humanas desde nuestros propias ideas o perspectivas; esta perfección en el amor, consiste en dejarnos introducir por el Espíritu de Dios en una relación de amor y comunión con nuestro Padre del Cielo; se trata de tener la experiencia real de ser hijos y ser amados como tales. Siendo hijos podremos reflejar la vida de nuestro Padre del Cielo en medio del mundo. Ser hijos del Padre, ese es nuestro llamado y ese es el don que todos nosotros hemos recibido en el Bautismo. Ser agradecidos con este don y vivirlo con gozo, ahí está la perfección de nuestra vida.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. Cuando escuchas que el Señor te invita a “ser perfecto como el Padre” ¿Qué surge en tu corazón? ¿Gozo o presión? ¿Por qué?
2. ¿Te sientes hijo del Padre amado eternamente por Dios? ¿Cómo crees que reflejas tu ser hijo de Dios en tu vida cotidiana?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Buen Jesús por esta oración. Ayúdame a querer con todo mi corazón la santidad que Tú me invitas a vivir. Sé que mis fuerzas son del todo insuficientes, pero también sé que Tú estás conmigo y nunca me abandonas. Por eso espero confiado en Ti y buscaré poner todo lo que esté de mi parte para colaborar con tu gracia. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Lee la homilía del Papa Francisco