Año C – Tiempo Ordinario – Semana 08 – Miércoles
1 de junio de 2016
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Aquí estoy, Señor, nuevamente para compartir contigo, para conocerte más y dejarme iluminar por tu Palabra. Te pido que me ayudes a acercarme con humildad, reconociendo mis debilidades, consciente de que no siempre respondo a tu llamada pero con la disposición de cambiar, de crecer y seguir tu voz de ahora en adelante.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Buen Jesús, Tú que has venido a traer el perdón a los pecadores, que viniste para estar con los enfermos y los necesitados, acoge en tu perdón a este hermano tuyo. Me presento ante ti frágil y pecador, necesitado de tu abrazo de amor, con la plena conciencia que no soy perfecto, que he caído, que he faltado en obra y omisión, pero confiado en tu misericordia de todo corazón te pido perdón.
Lectura Bíblica: Mc 12, 18-27
Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: “Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: ‘Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda’. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les dijo: “¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? El no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error”.
Lectura Espiritual breve
Lee este texto del Padre Juan José Paniagua:
Los saduceos, grupo religioso que no creía en la resurrección de los muertos, le presentan a Jesús este caso para ponerlo a prueba. Estos hombres, sin darse cuenta, han tocado un punto fundamental en la fe. La fe en la resurrección de los muertos es una clave importantísima para vivir nuestra vida cristiana. Por eso decía San Pablo a los Corintios: “Si Cristo no resucitó, vana sería nuestra fe”. Y por eso también cuando muere Judas y los apóstoles van a elegir al que lo sustituirá, el requisito fundamental era que pueda dar “testimonio de la resurrección de Jesús”. Nosotros anhelamos la vida eterna, tenemos fe en que nuestros días no acaban en este mundo, sino que más bien esta vida es una preparación para la vida plena. Nos toca por tanto vivir nuestros días en este mundo, con toda la generosidad de nuestros corazones. Con humildad frente a las caídas y con valentía para ponerse de pie. Porque hablando en términos espirituales, no podemos tener una vida estéril, sin frutos, como el ejemplo de los maridos y la mujer que mencionan los saduceos en el pasaje. Estamos llamados a dar frutos espirituales abundantes, colaborando con el Plan de Dios.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Cuáles son los frutos que Dios te invita a dar en esta vida?
2. ¿Tú también vives con esa confianza y esperanza en la resurrección que Cristo nos ha prometido? ¿También te descubres llamado a dar testimonio de la Resurrección de Jesús?
Acción de gracias y peticiones personales
Te doy gracias Señor por este momento de oración, por la oportunidad que me das de detenerme un instante para aprender de Ti, para conocerte más, para mejorar nuestra amistad. Te pido que me ayudes a no dejar de buscar nunca mi propia santidad, aspirando a encontrarme plenamente contigo. Amén. .
Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María:
Santa María, ayúdame a esforzarme según el máximo de mi capacidad y el máximo de mis posibilidades para así responder al Plan de Dios en todas las circunstancias concretas de mi vida. Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.