Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 06 – Miércoles (año par)
19 de febrero de 2020
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Dios mío, al iniciar este momento de oración te pido me ayudes a estar en tu presencia, a abrirme a la luz de tu Espíritu para profundizar en mi relación contigo. Ilumíname para caminar por un sendero de servicio a tu Plan Divino de Amor, de respuesta a tu invitación de trabajar en tu viña y procurar la extensión de tu Reino.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Puesto en tu presencia, Señor Dios mío, tomo conciencia de las muchas oportunidades que pierdo para ser un cristiano coherente y serte fiel. Cuantas veces, Señor, me esfuerzo en cosas que no tienen sentido, y que incluso me alejan de ti. Ayúdame a acoger tu misericordia, y a renovar mis esfuerzos por vivir según tus mandatos, por ser un auténtico hijo del Padre.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista” (San Marcos 8,22-26).
Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.
El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: “¿Ves algo?”.
El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”.
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Ni siquiera entres en el pueblo”.
Lectura espiritual breve
Meditemos en el Evangelio ayudados por el Papa Emérito Benedicto XVI:
Lo repite siempre Jesús a la gente que sana: Tu fe te ha salvado. Incluso de frente a la muerte, la fe puede hacer posible lo que es humanamente imposible. ¿Pero fe en qué? En el amor de Dios. He aquí la respuesta verdadera, que derrota radicalmente al mal. Así como Jesús se enfrentó al Maligno con la fuerza del amor que viene del Padre, así nosotros podemos afrontar y vencer la prueba de la enfermedad, teniendo nuestro corazón inmerso en el amor de Dios. Todos conocemos personas que han soportado terribles sufrimientos, debido a que Dios les daba una profunda serenidad. Pienso en el reciente ejemplo de la beata Chiara Badano, segada en la flor de la juventud de un mal sin remedio: cuantos iban a visitarla, ¡recibían de ella luz y confianza! Pero en la enfermedad, todos necesitamos del calor humano: para consolar a una persona enferma, más que palabras, cuenta la cercanía serena y sincera. (S.S.Benedicto XVI)
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento de oración. Gracias por mostrarme como Tú siempre luchas contra todo tipo de mal y procuras nuestro bien. Ayúdame Señor a luchar con esa misma radicalidad contra todo lo que se oponga a tu bondad y así poder participar de tu victoria en la vida eterna. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.