Año B – Tiempo Ordinario – Semana 10 – lunes
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, gracias por esta semana que comienza. Gracias por salir a mi encuentro y ayudarme a empezarla contigo. Te pido Señor, a Ti que eres manso y humilde de corazón, que me ayudes a ser manso y humilde ante tu palabra, para que pueda hacerla vida en mí.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Señor Jesús, a Ti que te hiciste hombre para reconciliarnos con tu amor, te pido perdón por todos mis pecados y omisiones. Yo sé que soy débil y pecador, pero sé también que, para quién confía en Ti, todo le es posible. Por eso, Señor, pongo en Ti toda mi confianza y te ruego que me ayudes a luchar con tesón contra la tentación y contra todo mal. Gracias Señor.
Lectura Bíblica: Mt 5,1-12
Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo: «Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia. Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vinieron antes de ustedes».
Lectura espiritual breve
Medita con este texto del Papa Francisco:
“Soportar con paciencia y vencer con amor”. Se trata de gracias propias de un cristiano. Y soportar con paciencia ¡no es fácil! No es fácil cuando se presentan las dificultades desde fuera, o cuando llegan los problemas al corazón, al alma, los problemas internos. Soportar no es “llevar encima una dificultad”: Soportar es tomar la dificultad y llevarla arriba, con fuerza, para que la dificultad no nos aplaste. Llevarla arriba con fuerza: esta es una virtud cristiana. San Pablo habla de esto varias veces. Soportar. Esto significa no dejarse vencer por la dificultad. Esto significa que el cristiano tiene la fuerza de no bajar los brazos, sostenerlos…. Llevarlos, pero arriba: soportar. Y no es fácil, porque el desánimo viene, y uno tiene ganas de bajar los brazos y decir: “Adelante, hagamos lo que podamos, pero nada más, un poco así…” Pero no, soportar es una gracia. Debemos pedirla, en las dificultades. Se puede vencer por tantos caminos, pero la gracia que pedimos hoy es la gracia de la victoria con el amor, por medio del amor. Y esto no es fácil. Cuando tenemos enemigos fuera que nos hacen sufrir mucho, no es fácil vencer con el amor. Nos vienen ganas de vengarnos, de hacer algo contra ellos… El amor: esa mansedumbre que Jesús nos ha enseñado, ¡esa es la victoria!
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Buen Señor. Gracias por tu reconciliación y por el amor que me tienes. Gracias por darme la oportunidad de crecer y convertirme. Ayúdame a aprender a vivir las bienaventuranzas en mi vida cotidiana para que pueda ir creciendo a tu lado en paciencia, humildad y misericordia, y así pueda iluminar al mundo entero con el resplandor de tu verdad. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
¡Cuando Tú estás junto a mí me siento confiado y seguro! Tu auxilio maternal me hace experimentar el calor de tu ternura. Acompáñame siempre, ¡oh Santísima! Nunca te alejes de mí, incluso cuando yo me muestre ingrato; apelo a tu comprensión y perdón de Madre. Tu dulce perseverancia será siempre un ardoroso ejemplo y un aliciente para mi fidelidad.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.