Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 20 – Viernes
25 de agosto de 2017
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Gracias Señor por este nuevo día de vida. Gracias por todas tus bondades. Quiero hacer de estos minutos un momento especial de encuentro Contigo. Envía tu Espíritu para que pueda permanecer en tu presencia, para que sea Él quien suscite en mi mente y corazón lo que Tú me quieras decir y me ayude a acogerlo con docilidad y confianza.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Al tomar conciencia de mi pecado y de cuántas veces te doy la espalda, te pido con humildad y arrepentimiento que me perdones y me purifiques. Quiero hacer mías esas palabras del salmista y pedirte: “¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme” (Sal 50).
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” (San Mateo 22,34-40).
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”.
Lectura espiritual breve
Lee estas palabras del Papa Francisco que te ayudarán a profundizar el Evangelio:
¿Cuál es la ley del pueblo de Dios? Es la ley del amor, amor a Dios y amor al prójimo, según el nuevo mandamiento que nos ha dejado el Señor (cf. Jn 13,34). Un amor, sin embargo, que no es sentimentalismo estéril o algo vago, sino que es el reconocer a Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, aceptar al otro como un verdadero hermano, superando divisiones, rivalidades, incomprensiones, egoísmos; las dos cosas van de la mano. ¡Cuánto camino todavía tenemos que recorrer para vivir de manera concreta esta nueva ley, la del Espíritu Santo que obra en nosotros, la de la caridad, la del amor!
Cuando vemos en el diario en la TV, tantas guerras entre cristianos, ¡como puede pasar esto! Dentro del pueblo de Dios ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo ¡cuántas guerras por envidias y celos! También en la misma familia, cuantas guerras internas. Pidamos al Señor que nos haga entender bien esta ley del amor. ¡Que bueno! ¡Que hermoso es amarse los unos a los otros como verdaderos hermanos!, ¡que hermoso es esto! Hagamos una cosa hoy: Quizá todos tenemos simpatías y antipatías. Quizá tantos de nosotros estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: Señor yo estoy enojado con este, con aquella. Yo te pido por este y por aquel. Rezar por aquel con el que estamos enojados es un hermoso paso en esta ley del amor. ¡Hagámoslo hoy!
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Señor Jesús, te doy gracias por esta oración. Te ruego que no permitas que las rupturas de mi interior me alejen de Ti y de mis hermanos. Ensancha mi corazón para que pueda amarte con todas mi fuerzas y con todo mi ser, y así pueda amar también a mi prójimo como a mí mismo.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidamos la intercesión de nuestra Madre rezando:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.