Ciclo A – Cuaresma – Semana 04 – Miércoles
29 de marzo de 2017
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, al comenzar este día me quiero poner en tu presencia y darte gracias por todo lo que haces por mí. En este momento de oración quiero abrir mi mente y mi corazón a tu Espíritu, para que la lectura y meditación de tu Palabra ilumine mi vida y me ayude a seguirte con cada vez mayor generosidad.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Te pido perdón, Buen Jesús, por todas las veces que te he dado la espalda con mi pecado. Confío en tu misericordia infinita, en que me perdonas y me invitas nuevamente a caminar por el sendero de la vida.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“El que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna” (San Juan 5,17-30).
El les respondió: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: “Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre. No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió.
Lectura espiritual breve
Este texto del Padre Juan José Paniagua te ayuda a profundizar en el Evangelio:
Hoy nos dice el Señor que “el Padre ha confiado al Hijo el juicio de todos”. Este Dios misericordioso hasta las entrañas, que nos ama con amor de Padre y con amor de Madre, que ha venido a salvarnos, es quien nos juzgará. Quizá las palabras de San Pablo hacen eco de esta realidad: “¿Quién será el que condene? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió, más aún el que resucitó y que intercede por nosotros?”. ¿Él nos va a condenar? Este es un juicio muy peculiar y distinto a los que estamos acostumbrados en la vida. ¿Cuándo se ha visto que el juez sea al mismo tiempo el amigo, el hermano, el que quiere salvarte? Ése es Jesús, que luego de haberse sacrificado, ahora está sentado a la derecha del Padre, junto a Él, intercediendo, pidiendo constantemente por nosotros. Esta es nuestra paz, es nuestra gran esperanza. No que todos nos vayamos a salvar, pero sí que Dios está de nuestro lado, ¿a quién le podremos temer?
Dios ya lo ha hecho todo para que nos salvemos, lo único que no ha hecho y tampoco puede hacer, es obligarnos. La salvación Dios la regala, no la ganamos, ni la merecemos. Pero Dios no obliga, así que está en nuestra libertad el querer, el decirle ese sí generoso a Dios y a su Plan. Que nuestras buenas obras sean ese gran sí, con el que le digamos a Dios: sí quiero Señor acoger este don, este regalo que gratuitamente me traes, que es la salvación.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿En quién tengo puesta mi confianza?
Acción de gracias y peticiones personales
Te doy gracias, Señor, especialmente por este momento de encuentro contigo. Quiero escuchar tu Palabra y seguirte con fidelidad por el camino de santidad al que me invitas. Ayúdame a ser dócil al Plan del Padre como Tú me enseñas a serlo. Amén
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra,
obténnos la presencia vivificante
del Espíritu,
y la gracia de andar siempre
por los caminos de Dios.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.