Mi vida en Xto

Oración del viernes: “Amarás al Señor, tu Dios… y al prójimo como a ti mismo”

Ciclo A – Cuaresma – Semana 03 – Viernes
24 de marzo de 2017

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Señor, puesto en tu presencia te pido que me abras los ojos de la mente y los oídos del corazón para que, escuchando tus palabras de amor, pueda hacerlas vida en mí.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Jesús, sé también que muchas veces me alejo de Ti, que no te amo sobre todas las cosas, que el mundo y las cosas que pasan me distraen y no me decido a darlo todo por Ti. Quiero pedirte que me des la fuerza para perseverar siempre y que renovado por tu perdón siga siempre con esperanza el camino hacia la santidad.

Lectura Bíblica

“Amarás al Señor, tu Dios… y al prójimo como a ti mismo” (Mc 12,28b-34.)

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos». El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios». Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Lectura espiritual breve

Lee con atención las palabras de la Madre Teresa de Calcuta:

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 5,6). Este es el mandamiento de Dios y Él no puede pedir lo imposible. El amor es un fruto que madura en todas las estaciones y siempre está disponible. Todo el mundo lo puede coger. No hay límite que se imponga a nuestro deseo. La meditación y el espíritu de oración, el sacrificio y la intensidad de la vida interior son para todos nosotros los medios de alcanzar este amor. Si no hay ningún límite es porque Dios es amor (1Jn 4,8) y el amor es Dios. Lo que realmente nos une a Dios es una relación de amor. Y el amor de Dios es infinito. Y tener parte en este amor significa amar y darse hasta el sacrificio. Por esto, no se trata tanto de lo que hacemos como del amor con que lo hacemos, con que nos entregamos. Por esto, la gente que no sabe ni dar ni recibir amor son, aunque tengan muchas riquezas, las personas más pobres de los pobres.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Señor por salir a mi encuentro y mostrarme el camino del amor. Yo quiero seguirte y amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón. Te pido que me ayudes a vivir también ese amor con mi prójimo, amándolo como Tú me has amado a mí. Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Lecturas de la Misa del día