Mi vida en Xto

Oración del viernes: “El celo por tu Casa me consumirá”

Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 31 – Viernes
9 de noviembre de 2018

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, te agradezco por este momento que tengo para estar contigo. Te pido, Buen Señor, que tu palabra ilumine mi interior para que así, pueda ser cada vez un cristiano más coherente y más fiel a su Señor.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, reconozco también que soy pecador. Sé que muchas veces te doy la espalda y opto por otros caminos, que me apartan de Ti. Pero sé también que tu misericordia es infinita, que me quieres perdonar todas las veces que me acerque arrepentido. Ayúdame a convertirme Buen Jesús, a dejar de lado mis opciones egoístas y abrirme al auténtico amor que eres Tú.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“El celo por tu Casa me consumirá” (Jn 2,13-22).

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

Lectura espiritual breve

Meditemos lo que nos enseña Elredo de Rielvaux:

Muchas veces hemos oído decir que Moisés, después de haber sacado a Israel de Egipto, construyó en el desierto un tabernáculo, una tienda del santuario, gracias a los dones de los hijos de Jacob… Démonos cuenta de que el apóstol Pablo dice que todo esto fue un símbolo. (cf 1Cor 3,17)… Vosotros, hermanos, sois ahora el templo, el tabernáculo de Dios, como lo explica el apóstol: “El templo de Dios sois vosotros.” Templo donde Dios reinará eternamente, sois su tienda porque él os acompaña en el camino. Tiene sed de vosotros, tiene hambre de vosotros (Mt 25,35) Esta tienda, hermanos, sois vosotros mismos en el desierto de esta vida, hasta que lleguéis a la tierra prometida. Entonces tendrá lugar la verdadera dedicación, entonces será edificada la auténtica Jerusalén, no ya bajo la forma de una tienda sino de una ciudad. Pero ahora, si somos verdaderos hijos de Israel según el Espíritu, si hemos salido de Egipto en espíritu, ofrezcamos nuestros bienes para la construcción del tabernáculo: “A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el bien de todos…” (cf 1Cor 12,4ss). Que todo sea común para todos. Que nadie considere como bien propio el carisma que haya recibido de Dios. Que nadie tenga envidia de un carisma otorgado a otro hermano, sino que esté convencido de que el suyo sirve para bien de todos y no dude que el bien de su hermano es también su propio bien. Dios actúa de manera que cada uno necesite del otro. Lo que uno no tiene, lo puede encontrar en el hermano… “así nosotros siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros” (Rm 12,5).

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Señor por esta oración. Gracias por mostrarme las grandezas que hay en tu Iglesia y también de las que hay en mí. Ayúdame a valorar siempre tus dones y a ser reverente conmigo mismo y con mis hermanos. Que yo comprenda, Buen Señor, que yo debo ser templo del espíritu, para que así, su presencia se difunda por el mundo con mi cooperación.  Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Lecturas de la Misa del día

Homilía 2017 /2018