Lecturas del día

Lecturas del Viernes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario (II)

2Re 11,1-4.9-18.20 / Sal 131,11.12.13-14.17-18 (R.: 13) / Mt 6,19-23

PRIMERA LECTURA

Ungió a Joás, y todos aclamaron: ¡Viva el rey!

Lectura del segundo libro de los Reyes     11,1-4.9-18.20

En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los carios y de la escolta; los llamó a su presencia, en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. Los centuriones hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: «¡Viva el rey!» 
Atalía oyó el clamor de la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, y a los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: «¡Traición, traición!» 
El sacerdote Yehoyadá ordenó a los centuriones que mandaban las fuerzas: «Sacadla del atrio. Al que la siga lo matáis.» Pues no quería que la matasen en el templo. 
La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. Toda la población se dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo. Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 131,11.12.13-14.17-18 (R.: 13)

R/. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David 
una promesa que no retractará: 
«A uno de tu linaje 
pondré sobre tu trono.» R/.

«Si tus hijos guardan mi alianza 
y los mandatos que les enseño, 
también sus hijos, por siempre, 
se sentarán sobre tu trono.» R/.

Porque el Señor ha elegido a Sión, 
ha deseado vivir en ella: 
«Ésta es mi mansión por siempre, 
aquí viviré porque la deseo.» R/.

«Haré germinar el vigor de David, 
enciendo una lámpara para mi Ungido. 
A sus enemigos los vestiré de ignominia, 
sobre él brillará mi diadema.» R/.

EVANGELIO

Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

Lectura del santo evangelio según san Mateo     6,19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor.