Hch 2,1-11 / Sal 103,1ab y 24ac.29bc-30.31 y 34 (R.: 30) / 1Cor 12,3b-7.12-13 / Jn 20,19-2
o bien: Rom 8,8-17 / Jn 14,15-16.23b-26
PRIMERA LECTURA
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11
Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:
«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 103,1ab y 24ac.29bc-30.31 y 34 (R.: 30)
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.
Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.
SEGUNDA LECTURA
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7.12-13
Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios.
Secuencia
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Aleluya
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
EVANGELIO
Como el Padre me h enviado, así también los envió yo. Reciban el Espíritu Santo.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Palabra del Señor.
En el presente año C, pueden utilizarse también las siguientes lecturas:
SEGUNDA LECTURA
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,8-17
Hermanos:
Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pues bien, si Cristo está en ustedes, aunque, el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el que resucito de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
Así pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si viven según la carne, morirán; pero, si viven por medio del Espíritu dan muerte a las obras de la carne.
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Y ustedes han recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también glorificados con él.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
El Espíritu Santo les enseñará todo.
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 14,15-16.23b-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Si me aman, guardarán mis mandamientos. Yo les pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con ustedes.
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que ustedes están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Les he hablado de esto mientras permanezco con ustedes, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les vaya recordando todo lo que les he dicho».
Palabra del Señor.