Transcripción del audio:
Cómo están amigos, yo soy Erica, y yo soy Edgardo. Bienvenidos a Familiaris. Esta semana conversamos sobre cómo la templanza fortalece el amor y la entrega a nuestra familia, esa familia que es el motor que los impulsa a trabajar y ser cada día mejores.
Y quizás sea tiempo de evaluar cómo es mi entrega en mi familia. Cuando uno alcanza ciertos logros en la vida, en lo laboral, quizás también en lo económico, empieza yo creo que con total merecimiento a conseguir cosas que le hacen una vida más fácil, y no solamente bienes materiales si no también ciertas estructuras o esquemas de vida, que le brindan a uno cierta comodidad, por ejemplo tener la comida que a mi más me gusta, hacer largas fiestas los fines de semana, o que no me molesten a la hora que veo un programa, etc. Y es ahí donde debemos preguntarnos cuanto de este tiempo tan valioso le estamos quitando a nuestra familia. En ves de dormir la siesta, o despertarse muy tarde, podríamos compartir, hacer ciertas actividades juntos con los hijos.
Y de pedirles que como somos los adultos de la casa, los padres, como que nadie se mete con nosotros, nadie cuestiona nuestra forma de ser, nuestros hábitos, y quizá sería bueno ver si aplicamos en nuestra vida eso que invitamos a ser nuestros hijos a veces. A ellos les pedimos hacer primero lo importante, y después las cosas que tiene que ver con el relax, con la diversión. Y a veces la pareja es complice, lejos de animar, a entregarse más, a sacrificarnos un poco conviene más sumarnos a esa actitud relajada, a pasarla bien, a de repente tener gastos más superfluos, que finalmente me dan comodidad, me siento bien, pero que en el fondo, no me están ayudado a ser una persona equilibrada.
Pensemos en cuánto de nuestros caprichos, costumbres, gustos, aficiones, se han instaurado en nuestra vida y han creado un muro entre nuestra esposa, nuestros hijos, reflexionemos de verdad: ¿Me estoy entregando de verdad hasta el final? Yo sé que las comparaciones son odiosas pero si miramos a Cristo en la Cruz, si lo vemos a Él entregando la vida, si miramos a tantos Santos y Santas entregarse sin guardarse nada, creo que son testimonios que deberían cuestionarnos. Además pensemos en las ventajas que nos da el compartir con nuestra familia, cosas tan simples como ver una película juntos, salir a dar una vuelta, almorzar, cenar todos juntos, conversar, mejora la comunicación, tiene mucha ganancia, estas instancias de compartir, de reírse, yo pienso que no hay pierde.
Claro, y ya para ir cerrando yo creo que disfrutar justamente la vida puede ser algo bien merecido, pero recordemos siempre esa responsabilidad mayor que el Señor nos ha encargado, la de ser padres, la de ser feliz nosotros y a su vez hacer feliz a nuestra pareja. No olvidemos nunca de alimentar nuestro espíritu, con la oración, con los sacramentos, y buscamos también participar de actividades comunitarias con nuestros hijos, pero enseñándoles otro tipo de valores como la compasión, el que sean sensibles con las necesidades del sufrimiento de otras personas, que conozcan un poco la pobreza, que se sientan apelados por los problemas ajenos, porque eso también los va a hacer mejores personas.
Claro que sí. Bueno amigos no se olviden que nos encuentran en la página de Facebook de Familiaris, y que pueden encontrar ahí medios concretos para vivir la templanza, y que tengan una linda semana.
