Mi vida en Xto

Oración del miércoles: «Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta»

Año C – Tiempo Ordinario – Semana 16 – Miércoles
20 de julio de 2016

semilla

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Jesús, quiero mostrarte en este día el profundo amor que te tengo y cuánto deseo vivir en tu presencia. Te pido que me enseñes a rezar. Muchas veces no encuentro las palabras para hablar contigo. Ayúdame, Señor, a ser humilde y sencillo de corazón de manera que pueda aprender de tu escuela y así avanzar cada día en el camino de la oración.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Señor, sé que muchas veces me olvido de Ti y, a pesar del inmenso amor que siempre me has mostrado, te doy la espalda. Estoy arrepentido, Señor, y estoy dispuesto a poner todo de mi parte para acogerte en mi interior y avanzar por el camino de la vida.

Lectura Bíblica

«Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta» Mt 13,1-9 

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!»

Lectura espiritual breve

Lee este texto del Padre Juan José Paniagua:

Está la semilla que cae en medio del camino. Esta es una tierra dura, por todas las pisadas que ha recibido. Son los que escuchan la Palabra, pero no la entienden. ¡Cuántas veces oímos las cosas de Dios, pero en realidad no las escuchamos, no las llegamos a entender! Porque las cosas de Dios nos cansan, la oración nos aburre, las cosas espirituales ya no nos son familiares, se nos empiezan a hacer extrañas y por falta de contacto frecuente con ellas, ya no las entendemos, porque nos hemos endurecido como esa tierra. Luego está la semilla que cae en tierra con piedras. Esta tierra no le permite tener una raíz profunda y la planta crece enseguida, pero sale el Sol y la seca, porque ha crecido sólo por la superficie. Es el entusiasta, el que se anima con las cosas de Dios, pero solo por momentos, no es constante. Mientras está motivado persevera, pero no ha terminado de darle a Dios ese lugar profundo en su vida. Y cuando las baterías se empiezan a agotar, abandona y termina viviendo un cristianismo a medias, superficial.

También está la tierra en medio de espinas. Es el que de verdad quiere seguir a Dios, pero está metido en tantas cosas, probablemente buenas todas ellas, que Dios termina siendo una más en medio de muchas. Muchas buenas intenciones, pero si Dios no es lo primero, se termina ahogando en medio de tantas ofertas y llega en la noche a su casa, después de haber hecho muchísimo, pero se dio cuenta que para Dios no hubo tiempo y sólo quedaron las migajas. Así el amor se va debilitando y otras cosas que no son Dios, terminando ocupando el lugar que sólo Dios debería tener.

Y por último la tierra buena. Es el que oye la Palabra de Dios, y en medio de sus caídas y levantadas, se está esforzando en ponerla por obra. Y se da cuenta de esto porque esa semilla empieza a dar frutos de caridad y de misericordia en su vida. Lucha realmente porque Jesús sea el centro de su vida.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Con cuál de los cuatro tipo de tierra te identificas más?

2. ¿Qué te falta para ser más como esa tierra buena?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús porque me invitas a ser esa tierra buena ante tu palabra. Gracias por mostrarme el camino que Tú mismo recorriste durante tu peregrinar aquí en la Tierra. Gracias porque me has dejado también a María como ejemplo de la discípula que siempre quiso escuchar y obedecer los Planes de Dios. Ayúdame a decirte que sí en todas la circunstancias de mi vida. Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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