Mi vida en Xto

Oración del martes: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos”

Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 07 – Martes
22 de mayo de 2018

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor mío, puesto en tu presencia quiero disponer mi corazón para este momento de oración. Envía tu Espíritu Santo para me ilumine y abra mi mente y corazón a todo lo que Tú me quieras decir hoy. Gracias, Señor, por alimentarme con tu Palabra.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

¿Cuántas veces, Señor, te doy la espalda y me alejo de Ti? Perdóname. Aquí estoy, dolido de corazón, pero profundamente esperanzado en tu inmenso amor y misericordia. Dame la fuerza para seguir el camino de la vida con los ojos siempre fijos en Ti que eres todo amor y perdón.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos” (San Marcos 9,30-37)

Se marcharon de allí y se desplazaban por Galilea. Jesús quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo harán morir, pero tres días después de su muerte resucitará.» De todos modos los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: «¿De qué venían discutiendo por el camino?» Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos. Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.» Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado.»

Lectura espiritual breve

Lee estas breves palabras del Padre Christian Vinces que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio.

Los discípulos van caminando con Jesús y su fe va madurando en su relación con Él.  Muchas veces no le entendían y Jesús, como Maestro comprometido con sus discípulos, les fue mostrando el estilo de vida evangélico.  Hoy vemos a Jesús que anuncia su Pasión a sus amigos, y ellos, sin entender nada se ponen a discutir sobre quién era el mayor.

Cuántas veces nosotros también podemos ser así con Jesús:  testarudos, que comprendemos poco sus palabras, que buscamos los primeros puestos, ser los mayores entre otros hermanos.  Sin embargo, Jesús mismo, como Dulce Maestro, se encarga de corregir a sus discípulos:  “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

De esto nos dio ejemplo el mismo Cristo, no sólo con sus palabras, sino con su propia vida, al hacerse siervo que lavó los pies de sus discípulos y dar su vida por todos en la Cruz.  Dejémonos educar por Jesús, seamos sinceros y en el silencio de nuestro corazón reconozcamos todas nuestras inclinaciones a la soberbia de ser los primeros a los ojos del mundo para purificarlas y hacer vida en nosotros la actitud de servidores humildes que sólo buscan dar su vida por la causa del Evangelio como su Maestro Crucificado y Resucitado.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿En qué momentos veo que se manifiesta en mí la intención de buscar los primeros puestos a los ojos del mundo?

2.- Jesús educó a sus discípulos para acoger el estilo de vida del Evangelio ¿Cómo Jesús me quiere educar a mí para acoger su vida?

Acción de gracias y peticiones personales

¡Qué grande eres, Señor! ¡Cuánto me amas! Gracias por tu bondad y por mostrarme el camino. Ayúdame a ser un servidor de tu reino. Fortalece mi debilidad, anima mi combate y ayúdame a confiar siempre en tu inmensa generosidad, para que así pueda servir humildemente a mis hermanos.  Amén

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Lecturas de la Misa del día